25/6/09

Hay Álvarez y ay! Álvarez

El tipo no se habla con nadie. Y por los gritos que salen de la casa cuando discute con su mujer, mudo no es. Vicios: debe fumar negros para tener una voz así de ronca. Por el diario que compra, va a misa todos los domingos. Álvarez. Álvarez es su apellido. Por lo menos así figura en la correspondencia que llega a su casa.
Religiosamente todos los días a las ocho y media de la noche, el olor a comida que se filtra por su ventana anuncia que Álvarez acaba de sentarse a cenar. Los sábados a las nueve. Nada frito. Lo único que podría causarle una úlcera a Álvarez sería criar hijos. Por eso no los tiene. Tampoco le gustan los ajenos. Y los hijos de sus vecinos, que juegan a la pelota en el patio del edificio a la hora de la siesta, lo saben mejor que nadie. No es tan viejo de mierda como ellos le gritan cuando Álvarez les revienta la segunda pelota del mes. Unos cincuenti largos. Y atléticamente menor. Lunes y viernes juega a la paleta. Martes y jueves box. Todo en el mismo club. Club de varones vitalicios y medias tres cuartos.
Almidonado hasta para arrugarse, Álvarez siempre está bien vestido. Tiene la asombrosa habilidad de bajarse del auto, sin que la parte de atrás de la camisa se le salga del pantalón. Soberbio y egocéntrico si lo analizamos desde la fragancia y la cantidad de perfume que usa. Aunque uno no haya entrado nunca a su casa, podría apostar a que usa patines para no rayar el piso.
Peina prolijas canas que la gomina se encarga de mantener siempre en el mismo lugar, venga el viento de donde venga. Su apellido hace juego con su tez oscura, como también la cara de su dogo con la suya. Al perro lo debe haber bautizado su mujer, porque un tipo como él, jamás le pondría Manchita a un dogo argentino.
Abogado de cuarenta y cinco días de vacaciones al año, nunca sufrió un pico de estrés. Aunque las ojeras que se dibujan bajo su ceño fruncido, contradice esto último. Es un caballero, a pesar de que no es capaz de un hola qué tal, cómo le va señora. Ni autos de lujo, ni millas acumuladas. A lo sumo a Álvarez le gusta ostentar con otras cosas, como mucamas con delantal.

2 comentarios:

Katy dijo...

Me ha encantado. Describes con ironía fina a ese vecino que todos tenemos y conocemos los que vivimos en una comunidad de vecinos. Mientras te leía me ha sido muy fácil ponerle cara.
Un saludo

Nacho Zuccarino dijo...

Muy bueno chaval!
Me gusta mucho la gran mayoría.
Escribís lindo.
Tenés swing.
Abrazo.