Primero fue un aire caliente seguido por dos gotas locas. La mandarufa vino después, y la gente empezó a correr desesperada en busca de un refugio. Los edificios se agarraron de las manos para evitar un dominó de rascacielos. Las flores se resignaron y le regalaron sus pétalos al viento. La mugre daba vueltas formando tribuletas que chupaban a la gente. Los peinados se despeinaron. Los autos se desestacionaron.
A los techos se le erizaron las tejas y los besos nunca llegaron a destino. Las palomas desarmaron sus nidos y se mandaron a mudar. La ciudad había quedado destrozada, como cada vez que a un camango antológico se le ocurre jugar al trompo con la tierra.
3 comentarios:
Una rareza mitológica del siglo XXI diría yo...
Un desastre natural, contado con tanta poesía que hace que no duela.
ya esta. sos parte de la lista... ahora.. dejá de robarte mis ideas che... :P
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