31/5/10

Diccionario para desconfiar

Si no sabés el significado de alguna palabra o si no sabés cómo se escribe, este no es el lugar para despejar esas dudas. Ahora, si estás decidido a hablar y a escribir como a vos se te antoje, llegaste al lugar indicado.

Escoba arenosa

Su función es ensuciar. Cada pasada de la escoba arenosa deja interminables caminos de suciedad. Muchas fanáticas de la limpieza terminaron poniendo balnearios en sus casa debido a la cantidad de arena que habían acumulado. Durante el siglo pasado se utilizaba como método de tortura para las amas de casa. En este también.

Broche de letras

Expresión utilizada para aquellas personas que le escriben mensajes de amor a sus vecinas con los broches de tender la ropa. “Le mandé un broche de letras a la del 2B”. Los broches se unen de manera que formen frases de fácil lectura para cualquier persona. Hoy ha quedado en desuso debido a la aparición de los celulares, aparatos que permiten enviar mensajes de texto a mujeres que pueden estar en pisos más altos que el 2B, y hasta en otros edificios.

Olor apajarado

Olor indefinido que proviene de la imaginación. Tiene la particularidad de volar y perseguir a las personas a las que los olores no les traen ningún recuerdo. Pueden ocasionar mareos y vómitos. Aquellos que lo huelen más de una vez en la vida pueden llegar a morir asfixiados.

Alfombra comedora

Si algo cae sobre ella, algo desaparece. Pueden ser migas, relojes y hasta recuerdos imborrables. A pesar de comer de todo no engorda nunca, evitando así deformaciones que harían que los distraídos se tropiecen. En épocas de pocas migas, puede llegar a comer personas; preferentemente niños. Se cree que esta es una de las razones por las que en el mundo cada vez menos madres dejan a sus hijos jugar al dominó sobre la alfombra.

Rueda pegajosa

Rueda utilizada por aquellas personas que viajan mucho, pero tienen mala memoria para recordar al camino de vuelta. La gran desventaja es que si la rueda se pincha, automáticamente desaparece todo el camino acumulado haciendo que el conductor se pierda. Hoy en día se llevan registrados novecientos cuarenta y siete conductores que no han regresado a su hogar.

Cuadro acolchonado

Considerada la obra de arte más placentera del mundo. Aquellos que la miran sienten un extraño cosquilleo en todo el cuerpo hasta hacerlos dormir. Ideal para aquellos que sufren de insomnio. Hasta el día de hoy no se conoce al autor.

Jabón telefónico

De procedencia china. Ideales para charlas pomposas. Desde su lanzamiento al mercado tuvieron mucho éxito entre aquellos que trabajan desde su casa. Previenen hongos y llamadas no deseadas. Evitar usarlo mientras uno se enjabona las axilas porque puede genera interferencias en la comunicación.

23/5/10

Las cosas importantes no son cosas

Cuando a Lucas le detectaron maldeamores, sabía que mucho más no iba a vivir. Las estadísticas de aquellos que lo habían padecido, no eran muy alentadoras. Los médicos eran muy poco optimistas ante semejante diagnóstico y todos los tratamientos eran muy costosos. Era un caso extraño el de Lucas: un tipo muy querido, pero que no era amado. Le resultaba muy difícil explicar lo que sentía, porque el corazón es un lugar aparte que ni el dueño es capaz de gobernar.

Ante las pocas posibilidades de curarse con medicina tradicional, consultó brujas, videntes y hasta un custodiador de abrazos. Pero el custodiador no tenía ninguno para él, ni siquiera uno de consuelo. Le resultaba triste saber que la única manera de curarse era conociendo al amor de su vida y no estaba dispuesto a mendigar por amor. Su orgullo no se lo permitiría. Entonces llamó a viejos amores, pero ya todos tenían uno nuevo. Visitó bares, caminó parques y hasta fue al cine en busca de algún final feliz. Lucas ya se había resignado ante la resignación.

Una noche que se había hecho mañana, Lucas estaba entrando a su casa abrazado a una borrachera, cuando vio al cartero meter unos sobres en el buzón de su edificio. Aunque no esperaba ninguna carta, agarró un sobre y entró a su casa. Mientras lo abría, las manos le temblaban y la transpiración iba corriendo la tinta que descansaba sobre los renglones. La olió y descubrió que era una carta de amor que venía desde muy lejos, porque ya casi no tenía olor a perfume. No supo si era por el alcohol, pero apenas empezó a leerla le cayeron unas lágrimas. Entonces la volvió a leer y volvió a llorar. Esa noche pudo dormir mejor que las anteriores.

Al otro día, cuando se despertó y vio la carta arrugada entre las sábanas, supo lo que tenía que hacer para curarse. Porque si no era posible ser amado por una sola persona, entonces iba a ser amado por todas.

Se tomó el primer colectivo que pasó sin pensar a donde iba, y se bajó en un barrio alejado al suyo. El plan era muy simple: donde un cartero dejaba una carta, él se la robaba. Llegó a juntar de a cientos por día. Y si no eran de amor, se tomaba el trabajo de devolverlas. No aguantaba la hora de volver a su casa y tirarse en la cama a leerlas. Hasta se animó a responder algunas. A veces elegía el barrio según la carta que quería recibir. Las más apasionadas las encontraba caminando por las calles del sur; Pompeya no fallaba nunca. Y para las más cursis, esas que dan vergüenza ajena pero que todos alguna vez escribimos, recorría algún barrio del oeste.

Empezó a sentirse mejor y su corazón ya no le dolía tanto. A medida que a la gente le desaparecían sus cartas, a Lucas le desaparecía la sensación de vacío que sentía en el pecho. En ningún momento tuvo miedo que lo detuvieran aunque a veces cuando veía parejas discutiendo en la calle o en algún café, por un momento se sentía culpable. Sin embargo enseguida se olvidaba y seguía caminando en busca de algún buzón. Al final de cuentas, estaba robando por amor y por salvar un corazón.